domingo, 21 de noviembre de 2010

Bar Kike - U2 en Castro Urdiales

Ahora que ya está cociendo la polémica con esto de la nueva Ley Anti-Tabaco, y el clamor apocalíptico de muchos hosteleros que ven peligrar su negocio si el mismo no se ve teñido del aroma y color que deja la nicotina, queremos demostrar que "otra realidad es posible", de la mano del Bar Kike - U2.

El Bar Kike - U2 está en Castro Urdiales, y probablemente sea uno de los bares de pintxos y tapeo más conocido del entorno. No es un bar demasiado grande, pero su barra de pintxos es espectacular. Tampoco da más juego. Que yo sepa, no sirve desayunos, ni meriendas, no da pie a echar la partida porque no se prodiga en mesas... Tan sólo su barra alargada plagada de exquisitas viandas, y un buen surtido de bebidas espirituosas (o no), para regar el gaznate mientras se regocijan nuestras papilas gustativas con esos sabrosos pintxos.

Este bar está siempre de bote en bote. Incluso en días desapacibles como el de hoy, los que no cabían se arremolinaban junto al barril que adorna su entrada para seguir disfrutando de su gastronomía en miniatura.

En el Bar Kike - U2 está prohibido fumar. Yo no veo que haya repercutido negativamente en su caja. Es más, nosotros ahora vamos mucho más, en detrimento de otros donde sí está permitido el tabaco, puesto que con la peque buscamos un ambiente mucho más sano.

Y no es el único bar del pueblo donde está prohibido tan respetable hábito. Lo cual es de agradecer, sobre todo para los que tenemos otros. Hábitos, me refiero.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Canales 2.0

Hoy se ha celebrado el II Encuentro de Bloggers de Getxo, en el Conservatorio de Las Arenas (Getxo). Como colofón de la primera tarde del encuentro, Fernando Canales nos ha deleitado con una de sus creaciones, y, además, con una a mi juicio excelente charla sobre las especias objeto de la creatividad.


La creación consistía en una especie de yema de huevo frito pero de azafrán, cardamomo y vainilla. Por lo visto, aplicándoles un tratamiento conocido desde hace más de un siglo, pero patentado ahora por Adríá (en fin), la creación se convertía en esa especie de huevo, que al entrar en la boca explotaba en un marasmo de sabores. La experiencia me ha parecido curiosa, innovadora, sugerente, y digna de ser repetida. Y no sólo por el placer de las papilas gustativas, sino por todos los prolegómenos, la explicación a cargo de su cocinero, el compartir el descubrimiento con el resto de asistentes al encuentro.

Un encuentro IMPRESIONANTE.