Este sábado, 26 de febrero, Agus y yo nos hemos dado un homenaje, aprovechando su cumpleaños. Nos apetecía desconectar unas horas de las tareas propias de la paternidad, y regresar durante unos instantes a la vida de pareja de a dos. Para ello, nos decidimos por disfrutar tranquilamente en torno a una buena mesa. Y elegimos el Restaurante Etxanobe, de Fernando Canales.
Conocía a Fernando Canales de los Encuentros de Getxoblog, en el último de los cuales nos deleitó con unas creaciones a base de especias. Y me apetecía pasar un día por su restaurante y disfrutar de su carta.
Reservamos mesa a las 15.00 horas, la paternidad es lo que tiene. Empezamos un poco mal porque nos tuvieron esperando más de una hora para sentarnos a la mesa. No sabemos si porque cogieron más reservas de las que podían, o porque fueron admitiendo clientes sin tener en cuenta las reservas ya hechas. Bueno, eso da igual.
Durante el tiempo de espera disfrutamos de los aperitivos que en principio sirven en mesa antes de degustar los platos elegidos: croquetas de jamón, sushi y reducción de tomate. No recuerdo los nombres exactos, pero fueron curiosas experiencias. También pudimos comprobar que efectivamente, estamos ante un chef 2.0, pues para elegir el menú nos entregaron además de la carta, un iPad donde pudimos visualizar las imágenes de los platos y ya, visto que tardaban en darnos mesa, navegar un ratillo por Internet.
La verdad es que llegó un momento que estábamos un poco desesperados, porque veíamos que se nos iba a juntar con la cena. Pero lo cierto es que una vez en la mesa, los desvelos fueron tales que se nos olvidó ese inconveniente del principio.
Nosotros optamos por un menú gastronómico, que permite degustar cinco platos del menú en medias raciones, a elegir, más el postre. Elegimos:
- Lasagna de anchoas.
- Carabinero a la plancha.
- Verduras en tempura con gambas.
- Atún rojo con cebolla pochada al vino tinto.
- Canetone al PX.
Y de postre, hojaldre de arroz con leche y helado de canela, y cubos de tiramisú con sorbete de mandarina.
Siento no recordar los nombres exactos de los platos, pero podéis ver el nombre completo en el menú. A nosotros nos gustaron mucho el carabinero y el atún rojo, aunque en general todo estaba delicioso. Y personalmente, los postres. En mi caso, mi elección, los cubos de tiramisú, una creación excelente que sí creo que es exclusivo y único de este restaurante. Ya que, en mi opinión, este tipo
de restaurantes, donde la calidad se supone, no se distinguen tanto por los platos cuanto por la forma de condimentarlos y de combinar los sabores ... y por los postres, sección donde siempre me sorprenden, y donde no encuentro dos iguales.
Fernando salió en dos ocasiones a explicarnos el cómo y el por qué de los platos. Como siempre, muy didáctico.
Nos obsequiaron con una copa de Pedro Ximénez, los cafés con delicioso acompañamiento, las bebidas, y un libro de recetas al que sin duda voy a sacar un excelente partido, pues me encanta cocinar.
En resumen, un lugar al que hay que ir, si se quiere pasar un rato agradable, comer bien sin sensación de hartazgo, y disfrutar de nuevos sabores sin caer en la petulancia.
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