jueves, 1 de octubre de 2009

Restaurante Eneperi

En esta ocasión nos vamos a quedar más cerquita, para deleitarnos con un restaurante que, a mi juicio, es de lo mejorcito que tenemos. Vale que no es un Arzak, no es un Berasategui. Pero no hace falta dejarse el bolsillo en el intento de comer rico, bien, con una relación calidad-precio razonable, en un enclave excepcional y con una atención exquisita.

El restaurante Eneperi me trae recuerdos encontrados por diferentes motivos. Pero es una relación de novela romántica, de tira y afloja, que siempre termina por convencerme, arrullada por la brisa que viene de San Juan de Gaztelugatxe, por sus platos, siempre exquisitos, y por una atención que aleja cualquier sentimiento extraño...

La ocasión era perfecta, mi cumpleaños. Y además, con una peque por venir con cuyas patadas nos recordaba de vez en cuando que ella también se deleitaba con la comida y el ambiente.

El restaurante Eneperi hechiza al llegar por el entorno, en la zona de Urdaibai, abierto a rutas, caminos, o simplemente a sentarse y contemplar el paisaje. Después, el caserío impresiona, por dentro y por fuera, tanto más ahora por las obras recientes, que si bien he de confesar al principio de decepcionaron, pensando que iban a deslucir el encanto ascentral del caserío que acoge su cocina, finalmente ha terminado por seducirme. Una exquisita fusión con el entorno y el paisaje han hecho de esta reforma un acierto que combina tradición con modernidad.

La cocina del Eneperi combina diversos entornos, cubre varios ambientes y estados de ánimo. Lo mismo una extensa barra de pintxos, que una cervecería al aire libre de muy buen gusto, buena comida y mejores precios. Y qué decir del restaurante, donde el comensal puede explayarse con una comida excelente, que jamás, hasta ahora, me ha defraudado.

Comenzamos con unos pimientos de Gernika, y unos bombones de langosta rellenos de txangurro. Ambos deliciosos.

Después, bacalao a la vizcaína uno, y solomillo de bonito yo. Exquisitos. En el entremedio nos deleitaron con una reducción de pacharán con su pastelito en miniatura, que no pude saborear debido a mi estado. Sólo degusté el pastelito, como un bizcocho de casa de muñecas, riquísimo.

El postre fue una delicia en su presentación, dibujos en caramelo de txalupas y animales, decorando el dulce en sí: milhojas de tres chocolates, mmmm...

El precio se ajustó a nuestras expectativas. Y el entorno, también. A pesar de la que está cayendo, el restaurante estaba a rebosar, con menús concertados (bautizos, etc.) y platos para todos los gustos y bolsillos. Y un ambiente de tranquilidad y degustación de buena comida, en buena compañía y con una atención extraordinaria.

Exquisito

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